Un abrasivo es un material, por lo general granulado, que sirve para desgastar o pulir, por fricción, sustancias duras como metales, vidrios, etcétera.[1]Frecuentemente se emplea fijado a soportes de tela o papel grueso y actúa sobre otros materiales aplicando diferentes clases de fuerza mecánica (fricción, etc.) para lograr su desgaste,[2] pulimento, molienda, desbaste, bruñido, rectificado, afilado, lapeado, arenado, triturado, raspado, afinado, refinado o corte. Estos materiales deben poseer una dureza elevada (7 o más en la escala de Mohs) para poder desarrollar esas funciones. Se emplean en todo tipo de procesos: industriales y artesanales. Desde el punto de vista de la tribología se distinguen de los materiales corrosivos en que estos no necesitan fuerza mecánica para producir desgaste o rebaja al material.
En su uso industrial se recurre a máquinas pulidoras, lijadoras de banda, amoladoras, esmeriladoras, ingletadoras o sierras circulares que recurren a discos de corte o de desbaste.