La palabra adultocentrismo hace referencia a la existencia de un tipo de hegemonía, una relación social asimétrica entre las personas adultas, que ostentan el poder y son el modelo de referencia para la visión del mundo, y otras personas, infancias, adolescencias, juventudes o personas mayores.
Se trata de una visión del mundo construida sobre y relacionada con el orden social, que se caracteriza por las relaciones de dominación y las personas cuya edad está por debajo o por encima de la que se considere que dura la etapa adulta. Es decir, un androcentrismo, sin diferencia de géneros pero sí con una tiranía de la gente adulta frente a las personas menores de edad, las post-adolescentes y ancianos, generado un sistema estructural adultocentrista.[1]
El adultocentrismo se traduce en prácticas que sustentan la representación de las personas adultas como un modelo acabado al que aspirar y, a través del cual, cumplir las tareas y aspiraciones sociales. Esta visión orienta las políticas y programas destinadas a las personas jóvenes y mayores.[2] El adultocentrismo se apoya, para reproducirse, de instituciones como el estado, la iglesia, los medios de comunicación, la estructura familiar.
El adultocentrismo es una categoría de análisis que visibiliza la construcción social que tiene como eje/base la exclusión y la discriminación de personas con base en la edad; mientras que el adultismo es cualquier comportamiento, acción o lenguaje que limita o pone en duda las capacidades de las juventudes por el solo hecho de tener menos años de vida.[3]