La agricultura extensiva o explotación agropecuaria extensiva (opuesta a agricultura intensiva) es un sistema de producción agrícola que maximiza la capacidad para la plena productividad a corto plazo del suelo no con la utilización de productos químicos, el riego o los drenajes, sino más bien, haciendo uso de los recursos naturales presentes en el lugar.[1]
Por lo general está localizada sobre grandes terrenos, en regiones con baja densidad de población y se caracteriza por unos rendimientos por hectárea relativamente bajos pero que en conjunto resultan aceptables (campos de trigo en Argentina, Estados Unidos, Canadá), y un mayor número de empleos por cantidad producida, con ingresos muy bajos, especialmente en los países pobres.
En Europa, la zona de agricultura extensiva corresponde a las zonas donde la agricultura conserva una mayor naturalidad, allí donde han sido identificados «sistemas agrícolas con alto valor natural» (High nature value farmland por la Comisión Europea).[2]
Agricultura extensiva se opone a la agricultura intensiva, que se caracteriza por rendimientos por hectárea muy elevados y cuya forma extrema es la agricultura sin suelo. Por lo tanto, utiliza pocos aportes, está menos mecanizada que la agricultura intensiva en una superficie equivalente,[3] y se caracteriza por rendimientos relativamente bajos. En realidad, el término cubre gran diversidad de prácticas y objetivos.