Desde mediados de los años 1920, se inició un fuerte proceso de emigración de habitantes de zonas rurales hacia las grandes ciudades en búsqueda de mejores condiciones de vida. Así, estas comenzaron a crecer y a expandirse formando grandes ciudades y conurbaciones. El caso más notorio es el de la capital del país, Santiago de Chile o el Gran Santiago que, con 5.428.590 habitantes, según el censo 2002, albergaba al 35,9% de la población nacional. En 1907, era habitada por solo 383.587 habitantes, aumentando a 549.292 para 1920 cuando representaba el 16% del total nacional; sin embargo, en los años siguientes, la explosión demográfica hizo que la ciudad se expandiera hacia las zonas rurales, absorbiendo ciudades como San Bernardo, Puente Alto y Maipú, siendo estas dos últimas, a día de hoy, las comunas más pobladas de Chile. Santiago es una ciudad en la actualidad, siendo la séptima urbe más grande de América Latina y una de las cuarenta y cinco más grandes del mundo,[1] clasificada como una ciudad global de clase alpha –.[2]
Valparaíso y Viña del Mar, de igual forma, se han convertido en una gran conurbación. Ambas, sumadas a Concón, Quilpué y Villa Alemana forman el Gran Valparaíso. Por otro lado, las comunas de Concepción, Talcahuano, Hualpén, Chiguayante y San Pedro de la Paz forman el Gran Concepción. Junto con Santiago, estas forman las tres grandes áreas urbanas del país.
Así también las conurbaciones menores de la La Serena-Coquimbo y el Gran Temuco conformado por las comunas de Temuco y Padre Las Casas.
El resto de las ciudades chilenas más pobladas se ubican en la costa del océano Pacífico o en el Valle Central del país entre Valparaíso y Puerto Montt.
Una ciudad chilena es definida por el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE) como una entidad urbana que tiene más de cinco mil habitantes, y todas aquellas que sean cabecera provincial o regional que no alcancen dicha cifra. Además, la misma institución diferencia entre tres niveles de aglomeraciones urbanas según su población y densidad: