Una falacia es un razonamiento que resulta incorrecto en términos lógicos, socava la validez de un argumento o es reconocido como defectuoso. Independientemente de su solvencia, todos los registros y maneras de hablar pueden demostrar falacias.
Por su variedad en estructura y aplicación, es difícil clasificar las falacias para satisfacer a todos los practicantes. Las falacias pueden clasificarse estrictamente ya sea por su estructura (falacias formales) o contenido (falacias informales). La clasificación de falacias informales puede subdividirse en categorías como lingüística, relevancia por omisión, relevancia por intrusión y relevancia por presunción.[1] Por otra parte, las falacias pueden clasificarse por el proceso a través del cual ocurren, tales como falacias materiales (contenido), falacias verbales (lingüística) y, de nuevo, falacias formales (error en inferencia). En cambio, las falacias materiales pueden ponerse en la categoría más general de falacias informales, mientras que las falacias formales pueden ponerse más claramente en la categoría de falacias lógicas (deductivas). Sin embargo, las falacias verbales pueden ser clasificadas ya sea como informales o deductivas; compara equívoco lo cual es una palabra o frase basada en ambigüedad con la falacia de composición la cual es la premisa e interferencia basada en ambigüedad (p. ej. "este debe ser un equipo bueno de basquetbol porque cada uno de sus miembros es un jugador excepcional).[2]
El uso consciente o habitual de falacias como dispositivos retóricos es prevalente en el deseo de persuadir cuando se está más enfocado en la comunicación y en llegar a un común acuerdo que en que el razonamiento sea correcto. El uso efectivo de una falacia por un orador puede ser considerado astuto, pero por lo mismo, el razonamiento de ese orador debe ser reconocido como defectuoso, y por lo tanto el reclamo del orador, apoyado por un argumento defectuoso, va a ser considerado sin fundamentos y descartado.[3]
sophist