Una bebida funcional o refrescos funcionales se categoriza como un producto líquido potable convencional que se comercializa para transmitir los ingredientes del producto con un supuesto beneficio para la salud.[1][2] Aunque una bebida funcional puede comercializarse como una panacea o una sustancia que mejora el rendimiento, para 2020 no existen pruebas científicas de ningún efecto específico en la salud de dichas bebidas o de su reglamentación uniforme a nivel internacional.
Ejemplos de bebidas funcionales incluyen bebidas lácteas, bebidas deportivas y de rendimiento, bebidas energéticas, tés listos para beber, bebidas "inteligentes", bebidas de frutas fortificadas, leches vegetales y agua mejorada. [cita requerida]