Bernard Williams | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
21 de septiembre de 1929 Westcliff-on-Sea (Reino Unido) | |
Fallecimiento |
10 de junio de 2003 Roma (Italia) | |
Causa de muerte | Mieloma múltiple | |
Nacionalidad | Británica | |
Familia | ||
Cónyuge |
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Educación | ||
Educado en |
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Información profesional | ||
Ocupación | Filósofo y profesor universitario | |
Área | Ética, identidad, filosofía política y utilitarismo | |
Empleador | ||
Movimiento | Filosofía occidental | |
Miembro de | ||
Distinciones |
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Bernard Arthur Owen Williams (21 de septiembre de 1929 en Westcliff-on-Sea, Essex — 10 de junio de 2003 en Roma) fue un filósofo de la moral considerado por The Times «el filósofo de la moral más importante y brillante de su tiempo».[1] Escribió 11 libros de filosofía, entre los que se encuentran Problems of the Self (1973), Moral Luck (1981), Ethics and the Limits of Philosophy (1985), y Truth And Truthfulness: An Essay In Genealogy (2002).
Desde la Cátedra Knightbridge de filosofía en la Universidad de Cambridge y la Cátedra Deutsch de la Universidad de California, Berkeley, Williams ganó renombre por su intento de reorientar el estudio de la ética a la historia, la cultura, política y psicología, y, en particular, a la Antigua Grecia.[2] Fue descrito como un «filósofo analítico con el alma de un humanista»,[3] él mismo se consideraba un sintetizador, pues aunaba ideas de campos que parecían incomunicables. Rechazó el reduccionismo evolutivo, y llamó a sus proponentes reduccionistas «moralmente inimaginativos», «las personas que realmente me disgustan».[4] Para Williams, la complejidad es irreducible, bella y está llena de significado.
Apoyó a las mujeres en el ambiente académico,[5] pues veía en la mujer la posibilidad de una síntesis de la emoción y la razón que según su parecer no estaba presente en la filosofía analítica. La filósofa estadounidense Martha Nussbaum dijo que «estaba tan cercano a ser un feminista como un hombre poderoso de su generación podía estarlo».[5] Era un conversador agudo. Según Gilbert Ryle, «entendía lo que vas a decir mejor de lo que lo entendías tú, y veía todas las posibles objeciones y todas las respuestas posibles a todas las objeciones posibles, antes de que acabases la frase».[6]
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