Bodhisattva (en sánscrito: बोधिसत्त्व o Bodhisatva; chino: 菩薩, pinyin: púsà) es un término propio del budismo que alude a alguien embarcado en el camino del Buda de manera significativa, es decir, cualquier persona que está en el camino hacia la budeidad.
En las escuelas budistas tempranas, así como en el budismo Theravada moderno, un bodhisattva (en pali: bodhisatta) se refiere a cualquier persona que haya tomado la resolución de convertirse en un buda y que haya también recibido una confirmación o predicción de manos de un buda viviente de que así será.[1]El término se utilizaba principalmente para referirse al Buda Shakyamuni (como se conoce a Siddhartha Gautama) en sus vidas anteriores. Las historias de sus vidas previas, los Jatakas, describen los esfuerzos del bodhisattva por cultivar las cualidades, entre ellas la moralidad, el autosacrificio y la sabiduría, que lo definirán como un buda.[2]
Posteriormente, y especialmente en el budismo mahayana, un bodhisattva se refiere a cualquiera que haya generado bodichita, un deseo espontáneo y una mente compasiva para alcanzar la budeidad en beneficio de todos los seres sintientes.[3]Según las enseñanzas mahayana, a lo largo de la historia del universo, que no tuvo principio, muchos se han comprometido a convertirse en budas. Como resultado, el universo está lleno de una amplia gama de budas potenciales, desde aquellos que recién comienzan el camino de la budeidad hasta aquellos que han pasado vidas enteras en el entrenamiento y han adquirido así poderes sobrenaturales.[2] Estos bodhisattvas «celestiales» son funcionalmente equivalentes a los budas en cuanto a su sabiduría, compasión y poderes: su compasión los motiva a ayudar a los seres ordinarios, su sabiduría les informa cuál es la mejor manera de hacerlo y sus poderes acumulados les permiten actuar de manera milagrosa.[2]
Es un término compuesto: bodhi («supremo conocimiento», iluminación) y sattva (ser). El elaborado concepto se refiere pues a un ser sintiente o sattva que desarrolla bodhi o iluminación, poseyendo así la psique del boddisattva, descrita como aquel que trabaja para desarrollar y ejemplificar la bondad amorosa (metta), la compasión (karuṇā), la alegría empática (mudita) y la ecuanimidad (upeksa). Estas cuatro virtudes son las cuatro moradas divinas, llamadas brahmavihara (incomensurables).[4] Así pues, hace referencia a un ser embarcado en búsqueda de la suprema iluminación, no solo en beneficio propio, sino en el de todos; se busca no solo la salvación individual, sino la colectiva. El principio del ideal del bodhisattva es uno de los más importantes principios del budismo, de acuerdo a Sangharakshita.
El practicante budista toma el voto del bodhisattva en su aspiración a llegar a ser un bodhisattva, motivado por una gran compasión y compromiso de generar bodhicitta, un deseo espontáneo de alcanzar la budeidad (o última iluminación) en beneficio de todos los seres sensibles.
Los bodhisattvas son figuras comunes en la literatura y el arte budistas.[2] Un tema llamativo en la literatura popular es el de la grandeza oculta de los bodhisattvas. En numerosas historias, individuos comunes o incluso claramente humildes se revelan como grandes bodhisattvas que han asumido formas comunes para salvar a otros.[2] La lección de estos cuentos es que, como uno nunca puede distinguir entre pobres y divinidades, uno debe tratar a todos los demás como si fueran estas últimas. En el folclore popular, los bodhisattvas aparecen como algo así como deidades salvadoras, un papel que adquirieron tanto a través de la evolución de ideas anteriores como a través de la fusión con dioses locales ya existentes.[2]
Una mitología particularmente importante en Asia Oriental es la de Dharmakara,[2] un boddhistava cuyos votos, según el Sutra de la Tierra Pura, se cumplieron cuando se convirtió en el Buda Amitābha. Bodhisattvas reconocidos en todo el budismo incluyen a Maitreya, quien sucederá a Shakyamuni como el próximo buda en este mundo, y Avalokiteshvara, conocido en el Tíbet como Spyan ras gzigs (Chenrezig), en China como Guan Yin (Kuan-yin) y en Japón como Kannon. Aunque todos los bodhisattvas actúan compasivamente, Avalokiteshvara es considerado la encarnación del principio abstracto de la compasión. Bodhisattvas de importancia más localizada incluyen a Tārā en el Tíbet y Jizō en Japón.[2]