Los bushrangers (también escrito bush rangers) eran, en los primeros tiempos de la colonización británica de Australia, los forajidos perseguidos por las autoridades que se refugiaban y se escondían en el bush del interior del país. Conseguían desarrollar las habilidades necesarias para sobrevivir en un medio a veces relativamente hostil y se dedicaban, en solitario o en bandas, a robar a los colonos y a los viajeros. La palabra bushranger se extendió posteriormente a todos los bandidos y criminales que habían escogido vivir fuera de la ley y que usaban el bush como base de operaciones. Son el equivalente australiano de los bandoleros españoles, los highwaymen británicos y los outlaws estadounidenses. Se dedicaban, entre otros delitos, a asaltar bancos de pequeños poblados o coches de correos.
En algunas etapas de la historia de Australia los bushrangers se convirtieron en personajes legendarios y en héroes valerosos que se atrevían a desafiar a los poderosos y a la policía. Este mito ha perdurado de alguna manera hasta el siglo XXI.