El capital ficticio (en alemán: fiktives Kapital) es un concepto utilizado por Karl Marx en su crítica a la economía política. Se introduce en el capítulo 25 del tercer tomo de El Capital.[1] El capital ficticio contrasta con lo que Marx llama "capital real", que es el capital realmente invertido en medios físicos de producción y trabajadores, y "capital monetario", que son los fondos reales que se mantienen. El valor de mercado de los activos de capital ficticios (como acciones y valores) varía según el rendimiento esperado de esos activos en el futuro, lo que Marx consideró que estaba sólo indirectamente relacionado con el crecimiento de la producción real. Efectivamente, el capital ficticio representa "derechos acumulados, títulos legales, sobre la producción futura"[2] y más específicamente derechos sobre los ingresos generados por esa producción.
Cuando supera en magnitud al propio capital real se convierte en lo que se ha llamado por algunos marxistas "capital especulativo parasitario".[5] En términos de la economía financiera convencional, el capital ficticio es el valor actual neto de los flujos de efectivo futuros esperados.[6][7]
El término también lo utiliza el economista Cédric Durand como título de un libro de 2017, El capital ficticio: Cómo las finanzas se apropian de nuestro futuro. El libro sostiene que la intervención gubernamental permite que el capital ficticio "asuma proporciones incompatibles con el potencial de producción real de las economías", lo que conduce inevitablemente a crisis como la Gran Recesión.[8][9]