El capitalismo financiero persigue el beneficio mediante la especulación, moviendo el capital o dinero atendiendo a las tasas de interés, tipos de cambio, variaciones de precios, adquisición y venta de numerosos productos financieros y derivados financieros. El capitalismo financiero se comporta como los terratenientes y élites no capitalistas que buscan la riqueza privada y particular sin tener que desarrollar ni invertir en el desarrollo de las fuerzas de producción, en este sentido el capitalismo financiero es un capitalismo feudal.[1]
Mientras que el capitalismo industrial, asentado en la economía de mercado las ganancias del empresario son la consecuencia de haber producido, distribuido y comercializado bienes y servicios -lo que se conoce también como economía real- en el capitalismo financiero se busca la optimización de ganancias mediante la especulación. Aldo Ferrer escribe: “Las posibilidades de generar ganancias arbitrando diferencias entre tasas de interés, tipos de cambio y variaciones de precios en los mercados inmobiliarios y bursátiles, atraen la mayor parte de las aplicaciones financieras. La especulación es un escenario para ganar (y perder) dinero, a menudo, mucho más importante que el de la inversión y la aplicación de tecnología para la producción de bienes y servicios”[2][3]
Hay autores, como Nathan Tankus, que consideran que la economía financiera, específicamente el mercado de valores, y por tanto el capitalismo financiero, no está alejado de la economía real como se suele pensar. Sigue teniendo una dependencia directa de la evolución de la economía real.[4]