El catecumenado es originalmente el proceso formativo que en la antigüedad cristiana se empleaba como iniciación a la vida eclesial y que culminaba en la recepción de los tres sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía). Se conformaba principalmente de la catequesis acompañada de requisitos fundamentales —conversión y penitencia— y de diversos ritos.[1][2]
La praxis catecumenal cayó en desuso a partir del s. vi. No obstante, en la Iglesia católica se han realizado esfuerzos para su reimplantación desde el s. xvi. Estos han culminado con la restauración del catecumenado promulgada por el Concilio Vaticano II y la publicación del Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (1972).[3]
En la actualidad la noción de catecumenado se ha ensanchado, aplicándose a otros procesos catequéticos[4] y a distintas realidades eclesiales.[5]