El cemento o cimento[1] es un conglomerante formado a partir de una mezcla de caliza y arcilla calcinadas y posteriormente molidas, que tiene la propiedad de endurecerse después de ponerse en contacto con el agua.[2] El producto resultante de la molienda de estas rocas es llamado clinker y se convierte en cemento cuando se le agrega una pequeña cantidad de yeso para evitar la contracción de la mezcla al fraguar cuando se le añade agua y endurecerse posteriormente. Mezclado con agregados pétreos (grava y arena) y agua, crea una mezcla uniforme, maleable y plástica que fragua y se endurece, adquiriendo consistencia pétrea, denominada concreto u hormigón. Su uso está muy generalizado en la construcción y la ingeniería civil.
Cada año se producen más de 4.000 millones de toneladas de cemento, lo que representa alrededor del 8% de las emisiones mundiales de CO2. Esto convierte a la industria del cemento en una de las mayores contribuyentes al cambio climático, ocupando el tercer lugar por debajo de la producción de energía y el transporte.[3][4][5]
El cemento suele venderse en sacos o bolsas, los cuales, dependiendo de las normas de cada país, tienen un peso y volumen específicos. Por lo general, un saco de cemento tiene un peso de 42,5 kg y un volumen de 1 pie cúbico.[6] Es por ello también que, en construcción, se suele utilizar «saco» o «bolsa» como unidad de volumen de cemento.