Cheli

El cheli es una jerga, originaria de la ciudad de Madrid (España), que hereda elementos del casticismo madrileño y en ocasiones marginales y sobre todo disfemismos, que son expresiones despectivas o insultantes. El término parece venir acuñado por el novelista Francisco Umbral o por lo menos es él quien lo da a conocer en el diario madrileño El País.[1]

Según Margarita de Hoyos González,

el “cheli” nace en el momento del cambio político experimentado en España de la transición y bajo la influencia del movimiento mundial, como es el punk. Pero no podemos decir que es a partir de este momento cuando surge, pues ya en sectores como barrios bajos y ciertos círculos estudiantiles se habla esta jerga, aunque es en este momento cuando se empieza a generalizar en toda la nación, en todos los niveles sociales del habla de los jóvenes.
[2]

Esta jerga se caracteriza por tener dos funciones principales: la primera es que permiten que los miembros del grupo se identifiquen entre sí como tales y la segunda es la de diferenciar al grupo y protegerlo impidiendo el acceso a los no iniciados.[3]

Si tuviéramos que identificar por algo el cheli sin duda tendríamos que hablar de la semejanza en cuanto a la edad de sus hablantes, comportando una concepción muy juvenil (hasta una edad cercana a los veinticinco años), “el cheli más de edad que de clase, es un instrumento al servicio de la identidad del sector, no del individuo” menciona Lázaro Carreter en su obra “Una jerga juvenil: el cheli” y de hostilidad a los que nacieron antes.

El mismo autor en su libro El dardo en la palabra comenta la impersonalidad de su lenguaje, que permite a sus hablantes recurrir sin preocupación y sin ningún sentimiento de vergüenza o de culpabilidad a términos brutales, carentes de finura y adoptar comportamientos acordes con esos términos.

Podemos recoger como influencias para esta jerga el argot achulado o agitanado.[3]

Siendo una jerga fundamentalmente oral, existen, al menos, dos adaptaciones en cheli de literatura. En 1994, el capellán de la extinta cárcel de Carabanchel, Antonio Alonso, publicó "El Chuchi, los colegas y la basca" (Editorial CCS, Madrid),[4]​ una adaptación del Nuevo Evangelio. En 2022, se editó "El chaval principeras" (Libros desde Tuma, Madrid),[5][6]​ la traducción íntegra realizada por el periodista Álvaro de Benito de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. Además, existen numerosos registros escritos en publicaciones alternativas, panfletos, o grafitis, sobre todo durante la prolífera época de edición en La Movida. También el cheli cuenta, desde que la utilización de los chats y foros en internet es común entre la comunicación de los jóvenes, con cierta revitalización a través del uso de léxico más o menos original. Es característico de esta escritura la utilización de apócopes y abreviaturas libres.

  1. De Hoyos González, 1981, p. 32.
  2. De Hoyos González, 1981, pp. 31-32.
  3. a b Lázaro Carreter, Fernando. El dardo en la palabra. 
  4. https://elpais.com/diario/1994/11/14/madrid/784815881_850215.html
  5. https://desdetuma.wixsite.com/libros/echp
  6. Castillo, Alberto del (21 de junio de 2022). «‘El chaval principeras’: publican una traducción de ‘El Principito’ al argot madrileño». Madrid Secreto. Consultado el 21 de junio de 2023. 

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