En finanzas, un contrato por diferencia (en inglés, contract for difference, CFD) es un contrato entre dos partes, el comprador y el vendedor, que estipula que el vendedor pagará al comprador la diferencia entre el valor actual de un activo subyacente (acciones, índices, divisas, bonos, entre otros) y su valor en tiempo del contrato. Si el precio de cierre de la operación es superior al precio de apertura, el vendedor le pagará la diferencia al comprador y ese será el beneficio del comprador. Lo contrario también es cierto; es decir, si el precio actual del activo es inferior en el precio de salida que el valor en la apertura del contrato, entonces el vendedor se beneficiará de la diferencia, en lugar del comprador.[1]
En efecto, los CFD son derivados financieros que permiten a los traders tomar ventaja de las subidas de precio (operaciones en largo) o de las bajadas de precios (operaciones en corto) en los instrumentos financieros. Por ejemplo, cuando se aplica a acciones, dicho contrato es un derivado de capital que permite a los traders especular sobre variaciones en los precios de las acciones, sin la necesidad de tener la propiedad de las acciones subyacentes. Los CFD pueden negociarse teniendo como activo subyacente acciones, bonos, futuros, productos básicos, índices o divisas.
Los CFD exigen el depósito por parte del inversor de un pequeño importe en concepto de garantía, lo que permite operar como si se tuviera más dinero. En 2017 han experimentado un gran crecimiento con la inclusión de CFD sobre criptomonedas como el Bitcoin o el Ethereum.[2] Debido a la popularización de los CFDs en general y de las criptomonedas en particular, la Autoridad Europea de Valores y Mercados ha realizado diferentes avisos en los que anuncia un endurecimiento en las condiciones de contratación.[3]