El control mental es una técnica o un conjunto de técnicas encaminadas a la modificación de los procesos mentales de los individuos. Puede emplearse sobre la propia persona y también en personas ajenas con fines diversos: desde la superación del propio ser y sus habilidades mentales a través del dominio de la mente, pasando por la sanación de complejos o problemas mentales, hasta un uso perverso como la manipulación de otras mentes.
Se emplea en salud mental para el estudio de las reacciones en el pensamiento, el sentimiento y el comportamiento del ser humano. Las técnicas cuya eficacia está científicamente demostrada se aplican para el desarrollo de la mente en todas sus facetas. Realizado por el propio sujeto, puede emplearse para el autodominio de los pensamientos y consiguientemente las emociones generadas por ellos. Se emplean las técnicas de focalización mental en hipnoterapia para la sanación o mejoría del paciente. El estudio del control mental también ha interesado a la parapsicología y a multitud de religiones y sectas.
Se ha distinguido entre el concepto de control mental y el lavado de cerebro, considerando este último un fenómeno mucho más coercitivo y directo. En el lavado de cerebro la víctima dispondría de menos participación, con un sometimiento más involuntario. En cambio, el control mental sería mucho más sutil, sin abuso físico o amenazas directas, con mayor presencia de la manipulación y el engaño.[1]