La croqueta es un plato originado en la gastronomía francesa que consiste en una porción de masa hecha de una salsa densa como la bechamel y un picadillo de diversos ingredientes, que ha sido rebozada en huevo y pan rallado, y frita en abundante aceite.[1] Esto le proporciona una textura crujiente y un color dorado. Generalmente son saladas, tienen forma ovalada y se sirven calientes como entremés o guarnición, aunque también las hay que son dulces y se sirven como postre.[2] En un principio consideradas una preparación «ordinaria», con el tiempo las croquetas se convirtieron en un plato tradicional de muchas cocinas en Europa, como la española, la italiana o la neerlandesa,[3] y en América, como la cubana.[4]