Druaga es una deidad babilónica-sumeria, gobernante del inframundo. En ocasiones se considera que es una representación de Ahriman.
Nunca se muestra a nadie dos veces con la misma forma. En su forma natural, Druaga tiene ocho brazos con garras, recortado de en rubí rojo y tiene cuatro piernas que terminan en un grupo de serpientes, mientras que su cabeza es la de un apuesto muchacho. La combinación es tan horrible que a menudo el miedo inspirado consigue paralizar a sus enemigos. Puede cambiar de aspecto a voluntad y llamar a cualquier tipo de demonio para que le asista.
Sólo lucha en persona cuando su alma (siempre presente en un ser vivo) se ve amenazada. Su alma es la esencia de su ser. Si la forma corpórea de Druaga es destruida, su alma empezará a regenerarse en un nuevo ser que tendrá todos los recuerdos que tuviera el anterior demonio. El humano que tiene el alma de Druaga no tiene constancia de ello, y morirá al mismo tiempo que el cuerpo del demonio.
Muy raramente, Druaga envía un grupo de demonios para ayudar a sus fieles, especialmente a aquellos que recientemente le hayan sacrificado una virgen. Tiene un rubí que contiene todas las almas de las vírgenes sacrificadas y que se convierten en demonios bajo su voluntad.