En el ámbito de la seguridad alimentaria, el concepto de equivalencia sustancial sostiene que la seguridad de un nuevo alimento, sobre todo si ha sido modificado genéticamente (MG), puede evaluarse comparándolo con un alimento tradicional similar que haya demostrado ser seguro en su uso normal a lo largo del tiempo.[1] Fue formulado por primera vez como política de seguridad alimentaria en 1993, por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).[2]
Como parte de un proceso de pruebas de seguridad alimentaria, la equivalencia sustancial es el paso inicial, en el que se establecen las diferencias toxicológicas y nutricionales del nuevo alimento en comparación con un homólogo convencional; las diferencias se analizan y evalúan, y se pueden realizar más pruebas, lo que lleva a una evaluación final de la seguridad.[3]
La equivalencia sustancial es el principio subyacente en la evaluación de la seguridad de los alimentos modificados genéticamente para una serie de organismos nacionales e internacionales, como la Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos (CFIA), el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón (MHLW), la Administración de Drogas y Alimentos de los EE. UU., la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud.[4]