El 17 de julio de 1918 se produjo en Ekaterimburgo el asesinato de los miembros de la familia imperial de los Romanov a manos de los bolcheviques.
A lo largo de los años, fueron varios los individuos que alegaron haber "sobrevivido" a la matanza. Todos ellos resultaron ser impostores, puesto que los restos óseos de los Romanov fueron recuperados y cotejados con la prueba del ADN.
En algunos casos se han presentado títulos nobiliarios falsos con los que demostrar el supuesto vínculo con la familia imperial.