Los genes selectores son genes que regulan la secuencia de los procesos de diferenciación embrionaria en el tiempo y en el espacio a lo largo de los ejes, que son determinados por la actividad de los genes posicionales: mediante la producción de factores de transcripción especifican en el plano corpóreo general las numerosas regiones donde se formarán los varios órganos y tejidos, operación denominada "modelado" (patterning).
Las primeras observaciones sobre el sistema de genes de formación de patrones se efectuaron hace más de 70 años, con el descubrimiento del primer grupo de mutaciones en Drosophila que provocaban perturbaciones extrañas en la organización de la mosca adulta. Por ejemplo, en la mutación Antennapedia de la cabeza surgen patas en vez de antenas, mientras que en la mutación bithorax aparecen porciones de un par extra de alas donde normalmente deberían surgir unos apéndices mucho más pequeños denominados balancines. Estas mutaciones, llamadas homeóticas, transforman unas partes del cuerpo en estructuras adecuadas para otras posiciones. Un grupo completo de genes selectores homeóticos determina el carácter anteroposterior de los segmentos de la mosca. Estos mismos genes tienen un papel crucial en el modelaje del cuerpo de otros animales, incluidos los seres humanos.