Gigante helado es la denominación que algunos científicos utilizaban para referirse a una subclase separada de planetas gigantes debido a su estructura, principalmente constituida por hielo, roca y gas. En el sistema solar hay dos ejemplos de planetas: Urano y Neptuno.
Se diferencian de los gigantes gaseosos "tradicionales" como Júpiter y Saturno en su proporción de hidrógeno y de helio, que es mucho más baja principalmente por su mayor distancia al Sol.[1]
Las capas atmosféricas son muy brumosas, con una pequeña cantidad de metano, que les aporta su característico color aguamarina. En ambos existen campos magnéticos fuertemente inclinados con respecto a sus ejes de rotación. A diferencia de los otros gigantes gaseosos, en Urano la inclinación axial es muy elevada, lo cual provoca que sus estaciones tiendan a ser sumamente extremas.
En los dos planetas ocurren otras diferencias sutiles, pero importantes. A pesar de que, en general, Urano es menos masivo que Neptuno, contiene más hidrógeno y helio. Neptuno es por lo tanto más denso y preserva mucho más calor interno y un ambiente más activo.[2]