El grecobudismo es el (supuesto) sincretismo cultural entre la cultura griega (helenística) y el budismo, que se desarrolló durante 800 años en Asia del Sur, en Gandhara, lo que hoy en día son los Estados de Afganistán y Pakistán, desde el siglo IV a. C. hasta el siglo V d. C.,[1] después de que Alejandro Magno conquistara territorios cerca de la India. Aunque el arte greco-budista muestra claras influencias helenísticas, la mayoría de los estudiosos no suponen una notable influencia griega en el budismo gandhariano más allá del ámbito artístico.[2][3][4][5][6][7]
Las interacciones culturales entre la antigua Grecia y el budismo se remontan a las incursiones griegas en el subcontinente indio desde la época de Alejandro Magno. Unos pocos años después de la muerte de Alejandro, las franjas más orientales del Imperio seléucida se perdieron en una guerra con el Imperio Maurya, durante el reinado de Chandragupta Maurya. Tiempo después, el emperador Maurya Aśoka se convertiría al budismo y difundiría la filosofía religiosa a lo largo de su dominio (que incluía Gandhara), como consta en los Edictos de Ashoka. Esto se extendió al Reino grecobactriano, que a su vez se separó del Imperio seléucida, y la afición griega por las estatuas produjo las primeras estatuas de Buda, lo que finalmente condujo a la tradición moderna.
Tras el colapso del Imperio Maurya, el budismo continuó floreciendo bajo el Reino grecobactriano, los Reinos indogriegos y el Imperio kushán. El budismo Mahayana se extendió desde las llanuras del Ganges, en la India, hasta Gandhara y Asia Central durante la era Mauryana, donde se convirtió en la rama más extendida del budismo en Asia Central. Posteriormente, el mahayana se transmitió a través de la Ruta de la Seda hasta la dinastía Han durante la era kushán, bajo el reinado del emperador Kanishka. La tradición budista detalla que el monje Majjhantika de Benarés fue nombrado responsable de la difusión del budismo en la región por el emperador Ashoka. Más tarde, el rey grecobactriano e indogriego Menandro I, que podría haberse convertido al budismo, también estimuló la difusión de la religión.
El grecobudismo influyó en el desarrollo artístico (y posiblemente también conceptual) de la rama mahāyāna del budismo, antes de ser exportada al noreste de Asia a partir del siglo I, llegando hasta el Tíbet, China, Corea, Japón e Indonesia. En su interpretación de las leyendas budistas, la escuela de Gandhara incorporó muchos motivos y técnicas del arte romano clásico, como rollos de vid, querubines con guirnaldas, tritones y centauros, si bien su iconografía básica siguió siendo india.