Guerras civiles de Colombia | ||||||||
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Desde arriba y de izquierda a derecha: Iglesia de San Agustín después del asalto a Bogotá en la guerra de las soberanías, 1861; tropas conservadoras en la víspera de la batalla de Palonegro durante la Guerra de los Mil Días; tranvía en llamas frente al Capitolio Nacional durante el Bogotazo; niños del ejército liberal en Panamá durante la Guerra de los Mil Días; conflicto armado interno de Colombia. | ||||||||
Guerras civiles del siglo XIX | ||||||||
Conflicto | Periodo | |||||||
Guerra civil entre centralistas y federalistas | 1812-1815 | |||||||
Guerra de los Supremos | 1839-1841 | |||||||
Guerra civil de 1851 | 1851 | |||||||
Rebelión antimelista | 1854 | |||||||
Guerra Magna | 1860-1862 | |||||||
Guerra de las Escuelas | 1876-1877 | |||||||
Guerra civil de 1884-1885 | 1884-1885 | |||||||
Guerra civil de 1895 | 1895 | |||||||
Guerras civiles del siglo XX | ||||||||
Conflicto | Periodo | |||||||
Guerra de los Mil Días | 1899-1902 | |||||||
La Violencia | 1920s,1948-1958 | |||||||
Conflicto armado interno de Colombia | ||||||||
Etapa | Periodo | |||||||
Frente Nacional | 1960-1974 | |||||||
Conflicto interno entre 1974 y 1990 | 1974-1990 | |||||||
Conflicto interno entre 1990 y 2002 | 1990-2002 | |||||||
Conflicto interno entre 2002 y 2010 | 2002-2010 | |||||||
Conflicto interno entre 2010 y 2018 | 2010-2018 | |||||||
Conflicto interno desde 2018 | 2018-actual | |||||||
Las guerras civiles de Colombia comprenden una serie de conflictos internos acontecidos durante el siglo XIX. Si se descuentan las revueltas internas de los estados federales y los conflictos entre ellos, entre 1812 y 1886, Colombia sufrió nueve guerras civiles de alcance nacional.[1] Además hubo otras menores de carácter regional e innumerables revueltas.[2]
Las «guerras civiles endémicas» que vivió Colombia tras su independencia se caracterizaron por la importancia que tuvo la táctica de guerra de guerrillas en su desarrollo. La facilidad para formarlas era garantía del continuo conflicto e inestabilidad gubernamental, aprovechando la geografía del país y la incapacidad para formar ejércitos convencionales.[3] Sin embargo, sería recién en 1848-1849 cuando se constituyeran los dos bloques permanentemente enfrentados entre sí durante todo el resto de la centuria: liberales y conservadores.[2]
Cada uno tenía el objetivo de conseguir el poder del Estado central para retenerlo y usarlo en excluir a su rival, confrontación que periódicamente empeoraba hasta que movilizaban al vulgo para ir a las armas.[4] Con sus conflictos, ambos partidos arrastrarían a los habitantes del campo y, en menor medida, de las ciudades en la polarización de la nación. Las atrocidades de las guerras —que no diferenciaban entre combatientes y opositores civiles— solo aumentaron los odios entre azules (conservadores) y rojos (liberales).[4]
Los ideales que los dividían podían resumirse en sus consignas y en su actitud con la Iglesia católica y el manejo de la economía y administración territorial. Los conservadores decían «Dios, patria y familia», identificando la patria con la defensa de las tradiciones de su cultura y de la Iglesia, la que veían como un baluarte de las mismas. En cambio, los liberales se identificaban plenamente con los ideales de la Revolución Francesa, para los que la Iglesia era un obstáculo en la modernización del país y podían resumirse en «liberté, égalité et fraternité» (libertad, igualdad y fraternidad).[2] Las élites decimonónicas de ambos partidos -latifundistas, notables, industriales y comerciantes-[5] se trataban entre sí de forma mucho menos sangrienta que el común de las gentes durante las guerras civiles. Sus principales motivos para irse a la guerra era que cuando un partido gobernaba hacía todo lo posible para excluir a su rival de todo cargo público o tomaba medidas o creaba leyes que disgustaban al otro. Hubo además conflicto al principio por la esclavitud y las relaciones diplomáticas con los países vecinos incluyendo cuesitones fronterizas. Todo esto llevó a la guerra de 1899, más conocida como Guerra de los Mil Días, que dejó como únicas herencias la ruina nacional y la pérdida de Panamá por presión de los separatistas panameños que apoyaban al bando liberal (perdedor del conflicto en el resto de Colombia) y aliados de Estados Unidos.[6] El vulgo, en cambio, se veía arrastrado por el terrateniente o político que los dirigía a la guerra para luchar por uno u otro bando sin saber bien por qué.[4]
Aunque decían defender reclamaciones populares, los liberales, tanto como los conservadores, temían al populacho y no dudaron en unirse entre ellos a pesar de ser tradicionales enemigos, para enfrentar a las disidencias, como las «sociedades democráticas» que ellos mismos fundaron en los años 1850, cuando los sindicatos empezaron a reclamar contra los privilegios que tenían las clases sociales de donde venían sus dirigentes bajo el lema «pan, trabajo o muerte» con líderes como José María Melo quien llegó a ser presidente pero derrocado por ambos bandos en menos de un año.[2] Estos, unidos a los «perturbadores del orden y la moral» que eran exiliados a los «basureros sociales» de las selvas del Carare, Panamá y las montañas del Quindío, junto a otros grupos sociales serían la base para quienes formarían a mediados del siglo XX las «repúblicas independientes» que serán reemplazadas después por las guerrillas comunistas.[4] La sociedad colombiana había cambiado desde inicios del nuevo siglo, recibiendo el aporte de las nuevas ideologías que llegaban del extranjero.[7] Paradójicamente, con estos nuevos enemigos comunes aparecidos desde los años 1920, principalmente distintos grupos de izquierda, como el socialismo y comunismo (aunque estos últimos con escasa popularidad), además de distintos líderes disidentes de gran apoyo popular como el Gaitanismo o más tarde la ANAPO de Rojas Pinilla, ambos partidos tradicionales vieron desaparecer sus diferencias luego de un periodo de guerra civil no declarada conocido como La Violencia desde los años 1940, que dejó innumerables víctimas y sentó las bases para el posterior conflicto. Estos dos partidos se agruparon bajo el Frente Nacional en la década de 1950, acordando la repartición del poder por dieciséis años dejando completamente por fuera a cualquier otro credo político.[2]