Hielo fijo

Hielo fijo

El hielo fijo o hielo permanente (en inglés, «fast ice») es una banquisa (mar de hieloielo fi) que se ha congelado a lo largo de la costa y se extiende fuera de la tierra en el mar, permaneciendo anclada a ella, fijada a lo largo de los bancos de arena, barras o a las partes más someras de la plataforma continental. En la Antártida, el hielo fijo también se extiende entre icebergs varados. A diferencia del otro tipo de banquisa, el hielo a la deriva, el hielo fijo no se mueve con las corrientes y el viento.[1]

La anchura (y la presencia) de estas zonas de hielo suele ser estacional y depende del espesor del hielo, de la topografía del fondo marino y de la posición geográfica las islas. En el océano Ártico el hielo fijo se extiende hasta una profundidad de 20 metros, mientras que en los mares subárticos, solamente llega a unos 10 m. Los icebergs varados pueden actuar también como anclas para el hielo fijo, especialmente en la Antártida. En algunas zonas costeras, con una plataforma abrupta y sin islas (por ejemplo, en el mar de Ojotsk frente a Hokkaidō), las mareas previenen la formación de cualquier área de hielo fijo. Las cuencas oceánicas más pequeñas pueden tener hielo fijo solamente en zonas en que no haya hielo a la deriva (por ejemplo, en el Sound McMurdo en la Antártida).[1]

La topografía del hielo fijo varía desde un nivel muy llano y suave hasta un perfil escabroso. El hielo fijo puede crecer tanto por la congelación del agua de mar como por la congelación de trozos de hielo a la deriva de la costa o de otros sitios en que queden anclados.

  1. a b Matti Leppäranta (2005) "The Drift Of Sea Ice", Springer, ISBN 3-540-40881-9.

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