En la historia antigua, los conceptos de oportunidad y azar estaban entrelazados con el del destino. Muchos pueblos antiguos tiraban dados para determinar el destino, y estos se volvieron más tarde los juegos de azar. Al mismo tiempo, muchas culturas antiguas usaban varios métodos de adivinación para tratar de eludir el azar y la suerte.[1][2]
Los chinos fueron probablemente los primeros en formalizar las probabilidades y la suerte hace 3,000 años. Los filósofos griegos discutieron la aleatoriedad en la longitud, pero solo en formas no cuantitativas. Fue hasta el siglo XVI cuando los matemáticos italianos comenzaron a formalizar las probabilidades asociadas a los juegos de azar. La invención del cálculo tuvo un impacto positivo en el estudio formal de la aleatoriedad. En el siglo XIX el concepto de entropía fue introducido a la física.
La primera parte del siglo XX vio un crecimiento muy rápido en el análisis formal del azar y las bases matemáticas de la probabilidad se introdujeron, dándose su axiomatización en 1933. Mientras tanto, el advenimiento de la mecánica cuántica cambiando la perspectiva científica sobre la determinación. A mediados y finales del siglo XX, las ideas de la teoría algorítmica de la información introdujo nuevas dimensiones al campo con el concepto de la aleatoriedad algorítmica
Aunque el azar fue frecuentemente visto como un obstáculo y una molestia durante muchos siglos, en el siglo XX los científicos computacionales comenzaron a darse cuenta de que la introducción deliberada del azar en los cálculos puede ser efectivo para diseñar mejores algoritmos. En algunos casos, como con los algoritmos aleatorios, estos son capaces de superar a los mejores métodos deterministas.