Los hornos de solera abierta son uno de varios tipos de hornos en los que el exceso de carbono y otras impurezas del arrabio se queman para producir acero.[1] Dado que el acero es difícil de fabricar debido a su alto punto de fusión, los combustibles y hornos normales eran insuficientes y el horno de solera abierta se desarrolló para superar esta dificultad. En comparación con el método Bessemer, al que desplazó, sus principales ventajas eran que no expone el acero a un exceso de nitrógeno (que haría que el acero se volviera quebradizo), es más fácil de controlar y permite la fusión y refinación de grandes cantidades de chatarra de hierro y acero.[2]
El horno de solera abierta fue desarrollado por primera vez por el ingeniero de origen alemán Carl Wilhelm Siemens. En 1865, el ingeniero francés Pierre-Émile Martin obtuvo una licencia de Siemens y aplicó por primera vez su horno regenerativo para fabricar acero. Su proceso se conocía como el proceso Martin-Siemens, y el horno como un horno de "solera abierta". La mayoría de los hornos de solera abierta dejaron de funcionar a principios de la década de 1990, sobre todo debido a su lento funcionamiento, siendo reemplazados por el horno de oxígeno básico o el horno de arco eléctrico.[2]
El ejemplo más antiguo de acería de solera abierta se encuentra hace unos 2000 años en la cultura del pueblo Haya, en la actual Tanzania,[3] y en Europa en la fragua catalana, inventada en España en el siglo VIII. Es habitual limitar el término a ciertos procesos siderúrgicos del siglo XIX y posteriores, excluyendo así de su aplicación las floromías (incluida la fragua catalana), las forjas artísticas y los hornos de pudelado.