Las lenguas romances (también llamadas lenguas románicas, lenguas latinas o lenguas neolatinas) son una rama indoeuropea de lenguas estrechamente relacionadas entre sí y que históricamente aparecieron como evolución (o equivalentes) del latín vulgar (entendido en su sentido etimológico de habla cotidiana del vulgo o común de la gente) y opuesto al latín clásico (forma estandarizada que a partir de cierto momento era una lengua aprendida como segunda lengua y no como lengua materna).
Estas son las únicas lenguas de la familia itálica que sobrevivieron al imperio romano; la lengua melliza del latín (el falisco) se extinguió y también desaparecieron las lenguas osco-umbras, el grupo itálico paralelo a las lenguas latino-faliscas.
Las siete lenguas romances más habladas por número total de hablantes son el español (600 millones), [cita requerida] el francés (300 y 500 millones), [cita requerida] el portugués (283 millones), [cita requerida] el italiano (71 millones), [cita requerida] el rumano (28 millones) [cita requerida], el criollo haitiano (13 millones) [cita requerida] , el catalán/valenciano (10 millones[1][2][3]) y el gallego (3 millones). No obstante, el número de lenguas romances conocidas supera la veintena, aunque en la actualidad muchas variedades regionales están gravemente amenazadas y solo media docena de ellas tienen un uso general y varios millones de hablantes.