La Ley de Wolff, formulada por el destacado anatomista y cirujano alemán Julius Wolff (1836-1902) en el siglo XIX, establece un principio fundamental en la fisiología ósea. Esta ley postula que el tejido óseo en un organismo sano tiene la capacidad de ajustarse en respuesta a las cargas mecánicas a las que se somete. Cuando la carga sobre un hueso específico aumenta, este experimenta un proceso de remodelación gradual que lo fortalece y lo adapta para resistir dicha carga de manera más efectiva. Este proceso de adaptación involucra cambios en la estructura interna de las trabéculas óseas, seguidos de modificaciones secundarias en la parte externa cortical del hueso, que pueden incluir un aumento en su grosor. Asimismo, se verifica la inversa: si la carga disminuye, el hueso se vuelve menos denso y más frágil debido a la falta de estímulo para la remodelación continua. Esta disminución de la densidad ósea se conoce como osteopenia y puede manifestarse en situaciones como reemplazos de cadera u otras prótesis médicas[1][2][3].