La ley de irreversibilidad de Dollo (también llamada ley de Dollo, principio de Dollo o ley de la irreversibilidad evolutiva) es una hipótesis propuesta en 1893[1] por el paleontólogo belga de origen francés Louis Dollo afirma que «un organismo nunca regresa exactamente a un estado anterior, incluso si se encuentra en condiciones de existencia idénticas a aquellas en las que ha vivido anteriormente... siempre guarda un rastro de las etapas intermedias por las que ha pasado».[2]
La aseveración a menudo se interpreta erróneamente afirmando que la evolución no es reversible, o que las estructuras y órganos perdidos no pueden reaparecer de la misma forma por ningún proceso de devolución.[3][4] Según Richard Dawkins, la ley es «en realidad solo una declaración sobre la improbabilidad estadística de seguir exactamente la misma trayectoria evolutiva dos veces (o, de hecho, cualquier trayectoria particular), en cualquier dirección».[5] Stephen Jay Gould sugirió que la irreversibilidad excluye ciertas vías evolutivas una vez que han surgido formas amplias: «[Por ejemplo], una vez adoptas el plan de cuerpo ordinario de un reptil, cientos de opciones están siempre cerradas y las posibilidades futuras deben desarrollarse dentro de los límites del diseño heredado».[6]
Este principio se aplica clásicamente a la morfología, en particular de los fósiles, pero también puede usarse para describir eventos moleculares, como mutaciones individuales o pérdidas de genes. Hay que tener en cuenta que esto es sólo válido a nivel de especie, y no es válido, por ejemplo a nivel de caracteres individuales de las especies, ya que existen casos en los que un carácter que desapareció en un momento dado de la evolución, vuelve a aparecer (reaparece) al cabo de un cierto tiempo, como puede ser el caso de las alas en reptiles y en aves).