Malandragem es un término del idioma portugués que podría ser traducido a español como malandraje, y que señala la forma de actuar de los malandros o malandras,[1] o sea de los "chicos malos y pícaros" ("bad boy"), de los "callejeros", de los "pandilleros" que tienden en agruparse en "banditas de malandras". Este comportamiento de cierto tipo de jóvenes, típico de algunas grandes ciudades de Brasil, engloba un conjunto de artimañas utilizadas por los malandros para obtener ventajas en determinadas situaciones, que muchas veces lindan con lo ilícito, y que en líneas generales se caracterizan por la ingeniosidad, la sutileza y el engaño. La ejecución de las acciones preparatorias y del desenlace de estas artimañas exige destreza, carisma, simpatía, facilidad de palabra, y cualquier otra cosa que facilite manipulación de personas o de situaciones, de forma de obtener apoyos o favores de los involucrados, de la manera más fácil y con el menor riesgo posible.
Naturalmente el malandro es deshonesto al actuar, ya que embauca, miente, enreda, confunde, pues siempre presupone que actuar en forma limpia y honesta no genera los resultados más convenientes. El malandro, o sea el que practica el malandraje, actúa de acuerdo con ese popular adagio brasilero inmortalizado con el nombre de Ley de Gérson: "gosto de levar vantagem em tudo" ("me gusta llevar ventajita en todo").
Junto al llamado jeitinho, el malandragem puede ser considerado otro modo de actuación social típicamente brasilero (aunque no exclusivamente brasilero), y que en lo básico se diferencia del jeitinho en el sentido de que al así actuar, en la mayoría de las veces, la integridad de las personas de buena fe y/o los intereses de las instituciones son efectivamente lesionados, a tal punto de poder definir esta cuestión como éticamente lesiva o jurídicamente dolorosa. El malandragem que tiene éxito presupone que se obtengan ventajas sin que su acción se haga percibir en la mayoría de los casos, o por lo menos esa es la intención. En términos populares y simples, puede decirse que el "malandro" engaña a la víctima (al otario, al tonto), sin que éste perciba que está siendo engañado (al menos en un primer momento).
A veces, el malandragem es considerado en el imaginario popular brasilero como una herramienta de justicia individual. En efecto, ante la fuerza de las instituciones frecuentemente opresoras, el individuo "malandro" es el curupira que trata de buscar y de vulnerar el "talón de Aquiles" de la sociedad allá donde se encuentre, para luego salir como una especie de moonwalker ("caminante en la luna") con total desparpajo.
Tal como el jeitinho, el malandragem es un recurso que requiere destreza y habilidad, y es utilizado por individuos muchas veces de poca influencia social y de poco nivel educativo, que naturalmente son socialmente desfavorecidos con menos posibilidades en una serie de aspectos. Por cierto, esto no impide que esta forma de actuación sea también utilizada o imitada por individuos mucho mejor posicionados socialmente. A través del malandragem, por ejemplo se pueden obtener ventajas ilícitas en juegos de azar, o en los negocios, o en la vida social, o en los estudios, etc. Se puede considerar "malandro" por ejemplo a un adultero que convence a la mujer de que su accionar tenía otra finalidad. Se puede considerar "malandro" quien a una autoridad o a un inspector pide "dá um jeito", para no pagar una multa tal como se debería. Se puede considerar "malandro" al "jugador" que manipula las cartas y lleva para sí toda una mano de apuestas.