Las merindades de Navarra son territorios que estaban bajo la jurisdicción del merino, un oficial público encargado de la administración económica, financiera y judicial de un territorio. Se establecieron tras la conquista castellana del territorio occidental del reino de Navarra (Duranguesado, señorío de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa) en 1200, para establecer un sistema defensivo del resto del territorio. Cada merino mantenía los castillos en perfecto estado y controlaba la actividad militar.[1] Ya en el siglo XIII, en tiempo del rey Teobaldo II (1253-1270), se delimitaron cuatro merindades: Pamplona o Montaña, Sangüesa, Tierra Estella y Ribera o Tudela, y se les dotó de una organización más racional y eficaz. En 1407 se creó la merindad de Olite, compuesta por distintas localidades anteriormente ubicadas en Sangüesa, Tudela y Estella.
Cada merindad establecía un centro urbano principal: Pamplona en la montaña, Sangüesa y Estella en sus respectivas merindades, Tudela en la Ribera y Olite en la merindad de su nombre. La importancia de cada una tenía que ver con la suma de varios factores: su actividad económica como centro artesano y comercial, su densidad demográfica, su situación estratégica y sus castillos y murallas.[2]
Los partidos judiciales abarcan casi el mismo territorio que las merindades históricas, salvo en el caso de Burlada que pertenece al partido judicial de Pamplona y no a Aoiz. Además en tres casos las capitales son las mismas (Pamplona, Tudela y Estella) mientras que en los otros son los partidos judiciales de Aoiz y Tafalla los que se corresponden a las merindades de Sangüesa y Olite respectivamente.[3][4]