El metal de espejos (también denominado con la expresión de origen latino "speculum metal") es una mezcla de alrededor de dos tercios de cobre con una tercera parte de estaño. La aleación así formada es quebradiza, de color blanquecino y puede ser fácilmente abrillantada para producir una superficie altamente reflectante. Se utilizó históricamente para construir diferentes clases de espejos: desde los dedicados al cuidado personal, hasta los utilizados en los telescopios reflectores. Dejó de utilizarse a mediados del siglo XIX, cuando fue reemplazado por materiales más modernos de mejores características.
Las grandes piezas de metal de los espejos telescópicos son difíciles de fabricar y la aleación es propensa a empañarse, requiriendo frecuentes re-abrillantandos. Aun así, fue la única elección práctica disponible para grandes espejos en equipamiento óptico de alta precisión entre mediados del siglo XVII y mediados del siglo XIX, antes de la invención de la técnica del plateado del vidrio.