La declaración Nostra Aetate (en latín: Nuestro tiempo) constituye uno de los documentos señeros del Concilio Vaticano II, cuyo contenido trata sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, con especial énfasis en el judaísmo. Fue aprobada por 2221 votos contra 88, el 28 de octubre de 1965.[1]
La declaración Nostra aetate debió las vicisitudes de su confección y aprobación a uno de los varios temas que trata: la actitud de la Iglesia católica ante los judíos, que dio resonancia mundial a este documento de gestación tan laboriosa, que llegó incluso a producir obstáculos dentro de la propia Aula conciliar.[1] Se considera que estableció bases nuevas en las relaciones de los católicos con los judíos, los musulmanes, los budistas, los hindúes y demás creyentes de otras religiones no cristianas.