El numerismo es la capacidad de razonar con conceptos numéricos sencillos y de aplicarlos.[1] Las habilidades numéricas básicas consisten en la comprensión de las cuatro operaciones aritméticas fundamentales: adición, sustracción, multiplicación y división. Por ejemplo, si la persona puede entender ecuaciones matemáticas sencillas, como 2 + 2 = 4, entonces se considera que posee al menos conocimientos numéricos básicos. Otros aspectos sustanciales del numerismo también incluyen el sentido de los números (por ejemplo ¿es 473 mayor o menor que 374?), sentido de las operaciones, computación (el hecho de contar objetos, no el de usar computadoras), medición, geometría, probabilidad y estadística. Una persona numéricamente culta puede gestionar las demandas matemáticas de la vida (pagar impuestos, controlar sus gastos, etc.) y responder a ellas.[2]
En cambio, el anumerismo (la carencia de numerismo) puede tener un impacto negativo en la persona que lo padece y en las sociedades donde es alto. El numerismo influye en las decisiones educativas, profesionales y aquellas que tienen consecuencias para la salud. Por ejemplo, el anumerismo distorsiona la percepción de riesgo en decisiones que afectan a la salud y puede condicionar negativamente elecciones económicas.[3][4] «Un mayor numerismo ha sido asociado con menor susceptibilidad al efecto de enmarcado (una falacia del razonamiento utilizada para engañar), menor influencia de información no numérica —como estados de ánimo— y mayor sensibilidad a niveles diferentes de riesgo».[5]
Casi todas las personas de inteligencia normal pueden adquirir alfabetización y numerismo con la escolarización habitual. Sin embargo, al igual que las personas que padecen dislexia tienen especiales dificultades para aprender a leer y escribir, las que padecen discalculia tienen dificultades especiales para aprender a manejar números, y pueden requerir enseñanza especial.