El optimismo, al igual que la esperanza, es la doctrina y la disposición de espíritu que aguarda lo mejor y lo más positivo de todo en psicología, ética y filosofía.[1] Se considera en estos ámbitos como corriente opuesta al pesimismo.
El término deriva del latín optimum, que significa "lo mejor". Ser optimista, en el sentido típico de la palabra, es esperar el mejor resultado posible de una situación determinada.[2] En psicología se suele denominar optimismo disposicional. Refleja la creencia de que las condiciones futuras irán a mejor. Como rasgo, fomenta la resiliencia ante el estrés.[3]
Las teorías del optimismo incluyen modelos disposicionales y modelos de estilo explicativo. Se han desarrollado métodos para medir el optimismo dentro de estos dos enfoques teóricos, como diversas formas de la Prueba de Orientación Vital para la definición disposicional original del optimismo y el Cuestionario de Estilo Atribucional diseñado para probar el optimismo en términos de estilo explicativo.
La variación en el optimismo entre las personas es algo heredable[4] y refleja en cierto grado un rasgo biológico.[5] El optimismo de una persona también está influido por factores ambientales, incluido el entorno familiar,[4] y puede ser aprendible.[6]