La partida doble o contabilidad de doble entrada es el método más generalizado de la contabilidad moderna. Consiste en realizar una doble anotación, una en una cuenta donde entra el importe o débito (el debe) y otra en la que sale (el haber). Esto quiere decir que en todo asiento contable la suma de los débitos debe ser igual a la suma de los créditos. La partida doble fue gestada por contables Toscanos ya desde el siglo XIII,[1]aunque el sistema en su forma completa moderna apareció más tarde en el siglo XIV o XV con los libros de los Massari de Génova o de Andrea Barbarigo.[2]
Según la definición debida a Raymond de Roover,[3]la cual es una de las más aceptadas,[2] "la contabilidad por partida doble debe su nombre al hecho de que cada asiento del Diario da lugar a la inscripción de dos partidas o asientos en el libro Mayor, una de ellas al Debe y la otra al Haber. Pero, esta condición no es suficiente por sí misma: es necesario también que el importe asentado en el Debe sea igual que el asentado en el Haber y que todas las cantidades estén expresadas en la misma unidad monetaria que sirva de medida común. En consecuencia, cuando se sume el Debe y el Haber del Libro Mayor, los totales deberán ser necesariamente iguales, si las anotaciones han sido efectuadas con exactitud". Por lo tanto, no basta que las cuentas se presenten en dos columnas: cada partida en el Debe tiene que tener su contrapartida en el Haber.[2]
En este método se distinguen asimismo cinco categorías de cuentas: cuentas de personas, de valores, de gastos, de resultados y de capital.[2]Todas ellas dan lugar al balance, que refleja el equilibrio entre el Activo y Pasivo.
Ante los modernos sistemas de procesamiento de datos, se sostiene la conveniencia de separar los conceptos activo, pasivo y resultado en sendas columnas, para convertir el diario en un soporte con calidad informática.[4]