El pelaje o pelamen es un crecimiento espeso de pelo que cubre la piel de muchos animales diferentes, particularmente mamíferos a excepción del ser humano.[1] Consiste en una combinación de pelo protector graso en la parte superior y un pelaje grueso debajo. El pelo protector evita que la humedad llegue a la piel; el pelaje actúa como una manta aislante que mantiene al animal caliente.
El pelaje varía mucho entre diferentes especies según la forma en la que se han adaptado a su entorno. Así, existen varias especies de mamíferos «desnudos» como los perros sin pelo, la rata topo desnuda o el propio ser humano que tiene pelo solamente en algunas zonas del cuerpo.
El pelaje es una fanera que junto a la piel forma parte del sistema integumentario.
El uso comercial de las pieles de animales es controvertido, siendo muy criticado desde las asociaciones de protección de los animales, lo cual ha provocado que en muchas de estas aplicaciones sean sustituidas por pieles sintéticas.
El pelaje de los mamíferos tiene muchos usos: protección, fines sensoriales, impermeabilización y camuflaje, siendo el uso principal la termorregulación.[2] Los tipos de pelo incluyen:[3] : 99
La longitud del pelo es insignificante en la termorregulación, ya que algunos mamíferos tropicales, como los perezosos, tienen la misma longitud de pelaje que algunos mamíferos árticos pero con menos aislamiento; y, a la inversa, otros mamíferos tropicales con pelo corto tienen el mismo valor aislante que los mamíferos árticos. La densidad del pelaje puede aumentar el valor aislante de un animal, y los mamíferos árticos tienen especialmente un pelaje denso; por ejemplo, el buey almizclero tiene pelos de guarda que miden 30 cm (12 pulgadas), así como una densa piel interior, que forma un pelaje hermético, lo que les permite sobrevivir a temperaturas de −40 grados Celsius (−40 °F).[3]: 162–163 Algunos mamíferos del desierto, como los camellos, utilizan un denso pelaje para evitar que el calor solar llegue a su piel, lo que permite al animal mantenerse fresco; el pelaje de un camello puede alcanzar los 70 grados Celsius (158 °F) en verano, pero la piel se mantiene a 40 grados Celsius (104 °F).[3]: 188 Los mamíferos acuáticos, por el contrario, atrapan el aire en su pelaje para conservar el calor manteniendo la piel seca.[3]: 162–163