Pinturas negras (1820-1823)[2] es el nombre que recibe una serie de catorce obras murales de Francisco de Goya, pintadas con la técnica de óleo al secco (sobre paredes recubiertas de yeso), con una técnica mixta denominada "temple graso" que incorpora óleo y aglutinante protéico,[3] constituido por yema de huevo.[4] Las creó como decoración de los muros de su casa, llamada la Quinta del Sordo,[5] que había adquirido en febrero de 1819. Estos murales fueron trasladados a lienzo a partir de 1874, y actualmente se conservan en el Museo del Prado de Madrid.
La serie, a cuyos óleos Goya no puso título, se ha dicho que fue inventariada en 1828 con los bienes de la quinta a la muerte de Goya por su amigo Antonio de Brugada[6] y se compone de los siguientes lienzos: Átropos o Las Parcas, Dos viejos o Un viejo y un fraile, Dos viejos comiendo sopa, Duelo a garrotazos o La riña, El aquelarre, Hombres leyendo, Judith y Holofernes, La romería de San Isidro, Dos mujeres y un hombre, Peregrinación a la fuente de San Isidro o Procesión del Santo Oficio, Perro semihundido o más simplemente El perro, Saturno devorando a un hijo, Una manola: doña Leocadia Zorrilla y Visión fantástica o Asmodea.
La casa de Goya, junto con las pinturas murales, pasó a ser propiedad de su nieto Mariano Goya en 1823, año en que Goya se la cede, al parecer para preservar la propiedad de posibles represalias tras la restauración de la monarquía absoluta y la represión de liberales fernandina. Durante 50 años la existencia de las Pinturas negras fue escasamente conocida (solo algunos críticos, como Charles Yriarte, las describieron).[7] A partir de 1874, y en un lento proceso que duró varios años, fueron trasladadas de revoco a lienzo por Salvador Martínez Cubells a instancias del barón Émile d’Erlanger,[8] un banquero y coleccionista de arte francés de origen alemán que se había hecho con la propiedad de la finca con intención de preservar las pinturas, amenazadas de desaparición junto con la casa.[9] Erlanger presentó las pinturas en la Exposición Universal de París de 1878, se ha dicho que con intención de venderlas, sin lograrlo, aunque otros testimonios indican que su propósito fue desde el primer momento el de hacer donación de ellas al Museo del Prado, como en efecto hizo en 1881.[10] En realidad, poco estimadas por el gusto académico dominante en aquellos años, su paso por la exposición parisina apenas suscitó algún comentario y tampoco lo hubo tras su ingreso en el museo, donde una parte de ellas no se expusieron hasta 1898, cuando el hijo del barón presentó una reclamación.[11]
Después de la muerte de Goya, Antonio Brugada habría realizado un inventario de estas obras y había propuesto una serie de nombres para cada una de ellas, nombres, que en algunos casos, fueron completados o cambiados posteriormente por la crítica especializada.
Salvador Martínez Cubells (1842-1914), restaurador del Museo del Prado y académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, trasladó las pinturas a lienzo por encargo del que en aquel momento, 1873, era propietario de la quinta, el barón Fréderic Emile d'Erlanger (1832–1911). Martínez Cubells realizó este trabajo ayudado por sus hermanos Enrique y Francisco (...)Valeriano Bozal, Francisco Goya, vida y obra (2 vols.), Madrid, Tf. Editores, 2005, vol. 2, pág. 247, ISBN 84-96209-39-3.