El Plan Brady fue una estrategia adoptada entre 1989 y principios de los años 90 para reestructurar la deuda contraída por los países en desarrollo con bancos comerciales, en el contexto de lo que se conoció como la crisis de la deuda latinoamericana. Se implementó en varios países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Ecuador, México y Venezuela que se encontraban fuertemente endeudados con el tesoro estadounidense.[1] El plan recibió su nombre por el entonces secretario del tesoro de los Estados Unidos, Nicholas Brady.
Se basaba en operaciones de reducción de la deuda y el servicio de la deuda efectuadas voluntariamente en condiciones de mercado. Los esquemas de reducción de deuda se sustentaban en el hecho de que existía un exceso de deuda en las economías de los países en desarrollo que mermaba la posibilidad de inversión, por lo que la reducción en el saldo adeudado (extensión de los plazos junto con periodos de gracia) debería generar un cierto nivel de inversión productiva que se traduciría luego en un incremento de la capacidad de pago.