Pomona era, en la mitología romana, la diosa de la fruta, y por extensión de los árboles frutales, los jardines y las huertas. Era una diosa únicamente romana, y se asocia generalmente con la abundancia, particularmente con la floración de los árboles —en oposición a la cosecha— y además de las frutas; también lo era del olivo y de la vid.[1] El cuchillo de podar, o la hoz, fueron sus atributos. Detestaba la naturaleza salvaje y prefería los jardines cuidados: ninguna deidad conocía como ella el arte de su cultivo y el de los árboles frutales. Pomona no sentía ninguna atracción por los hombres, a pesar de ser requerida por todos los dioses campestres.
El nombre de la diosa deriva claramente de pomum, 'fruta' (y es llamada por ello Patrona pomorum, 'señora de los frutos'). Ovidio la describe con una hoz en la mano derecha (y a veces con un jabalina como en el caso de otras divinidades).[2] También dice de ella que era hamadríade más hábil en el estudio de los árboles y el uso de los huertos.[3]
Le fue dedicado un bosque sagrado llamado Pomonal, situado al sur de la XII piedra millar de la Vía Ostiense,[4] muy cerca del actual Castel Porziano.[5] El culto de la diosa estaba a cargo de un flamine menor, el flamen pomonalis, que en el orden sacerdotal era el menos importante de todos.[6] No tenía ninguna festividad, pero según el poeta Ausonio, Pomona tenía en tutela el mes de septiembre porque en él madura la fruta.[7]