El quemado en antorcha (en inglés gas flare o flare stack) o venteo de gas natural (mayormente metano, CH4) es una forma de deshacerse del gas residual utilizada en plantas industriales como refinerías de petróleo, plantas químicas o plantas de procesamiento del gas natural, así como en zonas donde se produce este gas, entre las que se cuentan pozos petrolíferos, yacimientos de gas y basureros.[1] El quemado en antorcha se conoce en el sector petrolífero por flaring.[2]
En plantas industriales, las antorchas se usan principalmente para quemar el gas inflamable liberado por dispositivos de alivio de presión durante sobrepresiones no planificadas del equipamiento de la planta.[3][4][5][6][7] Durante los arranques o las paradas —parciales o totales— también se utilizan a menudo para la combustión prevista de gases por periodos relativamente cortos.
El quemado en antorcha protege los equipos de muchas instalaciones de extracción de gas y petróleo de los peligros de las sobrepresiones. Cuándo se extrae el petróleo de yacimientos marinos o tierra adentro, también se trae a la superficie el gas natural asociado a este petróleo. Especialmente en zonas del mundo donde no hay gasoductos ni otra infraestructura para el transporte del gas —por ejemplo plantas de licuefacción, o de conversión del gas a hidrocarburos líquidos (procesos gas-to-liquid, GTL por sus siglas en inglés)[8]— las vastas cantidades de este gas asociado son generalmente quemadas como residuos o gas inutilizable. El quemado de dicho gas puede realizarse en la parte superior de una torre (como en la primera foto) o, a nivel del suelo, en una fosa específica de quemado (segunda foto).
Esta práctica se considera «un despilfarro de recursos valiosos, así como una fuente significativa de gases de efecto invernadero.»[9] Se estima preferible reinyectar el gas asociado en el yacimiento, guardándolo así para futuros usos, y manteniendo alta además la presión del pozo, con lo que se facilita la extracción del petróleo (producibilidad).[10]
La administración Obama promulgó normativa para reducir el quemado en antorcha en EE. UU. y posteriormente la administración Trump intentó retrasar su aplicación. En octubre de 2017 un magistrado federal anuló el movimiento del Departamento del Interior de los Estados Unidos (equivalente a un ministerio en otros países) para aplazar esta aplicación.[11]