Los reflejos arcaicos, también llamados reflejos primitivos o reflejos temporales de los recién nacidos, son responsables de la supervivencia en los primeros meses de la vida. El sistema nervioso central es el centro de control de todo el desarrollo (movimiento, aprendizaje y pensamiento).[1] Los reflejos arcaicos inician su desarrollo en el momento de la concepción y siguen una secuencia regular y común para todos los seres humanos, a pesar de las diferencias culturales. Esta secuencia regular de los distintos estadios del desarrollo se identifica por patrones de movimiento, que acontecen en cada etapa del crecimiento y que se conocen como reflejos arcaicos.