El Renacimiento veneciano[1] es el desarrollo del arte del Renacimiento que se desarrolló en Venecia entre los siglos XV y XVI. El arte renacentista llegó a la región del Véneto a través de la estancia de Donatello en la ciudad de Padua, de 1443 a 1453, y luego se difundió también en la pintura a través del pintor paduano Squarcione y de sus alumnos. Poco después, el nuevo estilo, con Giovanni Bellini llegó a Venecia (tradicionalmente vinculada a la cultura gótica tardía); luego un arte ya veneciano fue revolucionado por Giorgione y, a principios del siglo XVI, por Tiziano; esa época finalizó con Veronese y Tintoretto, que falleció en 1594 y que marcó el paso hacia el manierismo. La influencia del arte veneciano no cesó con el fin del Renacimiento y persistió a través de los críticos de arte y de las obras de artistas que proliferaron por toda Europa hasta el siglo XIX.[2]
El Renacimiento veneciano tiene características propias que lo distinguen de otros centros del Renacimiento italiano. La República de Venecia, geográficamente, era muy distinta de las diversas ciudades-estado italianas del momento debido a su ubicación en una laguna que aislaba a la ciudad política, económica y culturalmente. Además, otros factores influyeron: su propio y vasto imperio comercial, la persistente herencia bizantina y la existencia de una estructura política y social capaz de integrar a los extranjeros.[3]
Aunque ya antes de 1500 había comenzado un largo declive del poder político y económico de la República, Venecia seguía siendo hasta ese momento «la ciudad italiana más rica, poderosa y poblada».[4] Controlaba importantes territorios del continente, conocidos como terraferma, que comprendían varias pequeñas ciudades donde operaban artistas de la escuela veneciana, en particular en Padua, Brescia y Verona. Los territorios de la República también incluían la Istria y Dalmacia y las islas de la costa croata, que también participaban en las creaciones de la escuela veneciana. Los grandes pintores venecianos del siglo XVI rara vez fueron de la misma ciudad, y algunos trabajaron principalmente en otros territorios de la República, o incluso fuera.[4]
Aunque no haya sido un centro importante del humanismo renacentista, Venecia fue el centro de publicación de libros en Italia; las ediciones venecianas se distribuían por toda Europa. Aldo Manucio fue el impresor/editor más importante, pero no estaba aislado.