El segundo viaje del HMS Beagle, del 27 de diciembre de 1831 al 2 de octubre de 1836, fue la segunda expedición de estudio del HMS Beagle, al mando del capitán Robert FitzRoy, que había tomado el mando de la nave en su primer viaje después del suicidio del capitán anterior. FitzRoy había pensado en las ventajas de tener un experto en geología a bordo, y buscó a un caballero naturalista que pudiera ser su compañero mientras que el barco estaba en el mar. El joven graduado Charles Darwin tenía la esperanza de ver los trópicos antes de convertirse en párroco, y aceptó la oportunidad. Al final de la expedición ya había hecho su nombre como geólogo y coleccionista de fósiles, y la publicación de su diario, que llegó a conocerse como El viaje del Beagle, le dio reconocido prestigio como escritor.
El Beagle zarpó a través del océano Atlántico y luego llevó a cabo detallados estudios hidrográficos en torno a las costas de la parte meridional de América del Sur, regresando por Tahití y Australia después de haber dado la vuelta a la Tierra. Aunque la expedición fue planeada originalmente para durar dos años, llevó casi cinco años.
Darwin pasó la mayor parte de su tiempo explorando las tierras: tres años y tres meses en tierra, 18 meses en el mar.[1] A principios de la travesía, decidió que podía escribir un libro sobre la geología, y mostró un don para la teorización. En Punta Alta hizo un gran hallazgo de fósiles gigantescos de mamíferos extintos, entonces conocidos por unos pocos ejemplares. Hábilmente recogía y formulaba observaciones detalladas de plantas y animales, con resultados que sacudieron su creencia de que las especies eran estables y le sirvió de base para las ideas que le vinieron en Inglaterra, que condujeron a su teoría de la evolución por selección natural.