El sexo intercrural (del latín inter-, «entre» y crura, «piernas»), también conocido como sexo femoral[2] o sexo interfemoral, consiste en una actividad erótica/sexual sin penetración en la que uno de los dos participantes sitúa su pene entre las piernas del otro (a menudo con lubricación),[3] y ambos participantes obtienen placer mediante la fricción genital resultante, que simula el coito con penetración. Era una práctica común en la sociedad de la Antigua Grecia antes de los primeros siglos de la era común, y fue frecuentemente comentada por escritores y representada en obras de arte tales como jarrones. Posteriormente quedó sujeta a las leyes de sodomía y se consideró cada vez más despreciable. En el siglo XVII, el sexo intercrural apareció en varias obras literarias y adquirió relevancia cultural, considerándose parte de los hábitos sexuales entre hombres tras el juicio y ejecución de Mervyn Tuchet, II conde de Castlehaven, en 1631, un noble inglés condenado por violación y sodomía.
En los tiempos modernos, el sexo intercrural se practica comúnmente en relaciones de diversas orientaciones; se dice que mujeres adultas lo utilizan para estimular el orgasmo y, en París, se realizaba habitualmente en actos de prostitución. En África y partes de Asia, la práctica está normalizada y se lleva a cabo entre varones heterosexuales y homosexuales. En Sudáfrica, se utilizaba como un método de prevenir el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA); esta práctica acabó desapareciendo.
Los conocimientos sobre el sexo intercrural extraídos de estudios y su relación con el SIDA o con el embarazo son escasos. Se ha reportado que es un medio de sexo seguro para pacientes seropositivos al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y que tiene un riesgo de infección menor que el sexo penovaginal. Estudios han revelado que un porcentaje fluctuante de casos de agresión sexual han sido violaciones intercrurales, con escasas o nulas evidencias físicas.