Sol Invictus ("Sol invicto" o "inconquistado") fue un culto religioso hacia una divinidad solar iniciado en el Imperio romano tardío. En el siglo IV d. C., el festival del nacimiento del Sol invicto (Dies Natalis Solis Invicti) indicaba que nacía un nuevo sol que vencía a la oscuridad y que a partir del final del solsticio de invierno en el calendario juliano (25 de diciembre) los días iban a hacerse más largos. Este festival se celebraba el 25 de diciembre.
En el año 274 el emperador Aureliano convirtió en oficial el culto al Sol Invictus, junto a las otras tradiciones romanas.[1] Los historiadores no están de acuerdo sobre el origen de este suceso: si fue una reinstauración del antiguo culto del Sol (Sol Indiges) del que ya se había abandonado su culto y que tuvo relativamente poca importancia, un nuevo comienzo de la divinidad de Elagábalo (Heliogábalo) proveniente de la ciudad de Emesa en Siria alabada pocos años antes o algo completamente nuevo proveniente del mitraísmo.[2]
Este dios fue muy favorecido por los emperadores que siguieron a Aureliano, y apareció en las monedas acuñadas hasta la llegada de Constantino I.[3] Después Juliano el Apóstata declararía a Helios como la única divinidad, y las otras divinidades quedarían como simples expresiones de este único dios. Durante el tiempo de este emperador la religión del sol se convirtió en la religión oficial dentro del imperio.