Tezcatlipoca (AFI: [teːzcat͡ɬiːˈpoːcaˀ]) (del náhuatl: Tezcatlipoca ‘espejo humeante, brillante o reluciente’‘tezcatl, espejo; i-, su; poca, humo’),[a][2] en la religión y mitología tolteca y mexica (y de otros pueblos mesoamericanos), es la deidad más importante del culto nahua en el Posclásico.[3]El es omnipotente, omnipresente, omnisciente, viril y siempre joven, con una personalidad conflictiva y compleja, caprichosa y voluble, poco predecible;[4] siendo el dios de la providencia, lo invisible, la oscuridad, creador del cielo y la tierra y señor de todas las cosas.
Se le atribuye el otorgamiento de cosas buenas y malas al hombre a su merced, por lo que en tiempos prehispánicos fue temido y reverenciado.[5] Según el mito, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía cosmogónica. Quetzalcóatl es llamado también Tezcatlipoca blanco,[6] en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro.[6]
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